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La La Land, un film de Damien Chazelle. Foto: Agencia |
Muchos expertos en cine la observan como un renacimiento de los clásicos
musicales hollywoodenses que fueron creados a mediados del siglo XX. Ian Freer,
escritor de cine, la califica como un “regreso a los musicales de MGM… con pies
tan ligeros como los de Fred Astaire, y con un corazón tan grande como el de
Judy Garland”, y Daniel G. Aparicio, periodista de 20 Minutos, comenta: “Ningún otro musical en lo que llevamos de siglo se ha acercado tanto al alma de los clásicos del género, historias en las que la cruda realidad se transforma por unos minutos en una ensoñación coreografiada para volver después a ese mundo menos feliz de la rutina y los deseos frustrados.”
Y, sí, definitivamente, aunque muchos son los musicales que han sido realizados en los últimos años, ninguno nos muestra esa magia de los grandes musicales del cine clásico de Hollywood como lo hace “La La Land”, especialmente por el baile, el tap coordinado en pareja junto a una banca en la calle y el caballero cortejando a la dama en una forma sofisticada y galante mientras canta, imágenes típicas en los musicales de los años 40 y 50.
Y, sí, definitivamente, aunque muchos son los musicales que han sido realizados en los últimos años, ninguno nos muestra esa magia de los grandes musicales del cine clásico de Hollywood como lo hace “La La Land”, especialmente por el baile, el tap coordinado en pareja junto a una banca en la calle y el caballero cortejando a la dama en una forma sofisticada y galante mientras canta, imágenes típicas en los musicales de los años 40 y 50.
Uno de los aspectos técnicos más admirables del film son los planos secuencias (una sola toma sin cortes) durante las escenas de baile, algo que, definitivamente, no debió ser fácil. La mejor de todas (y la más complicada) es la que abre la historia, cuando un grupo muy nutrido de jóvenes bailan y cantan sobre sus automóviles en una congestionada avenida de Los Ángeles. La locación es real (no se trata de una escenografía, ni ninguna recreación realizada en un estudio de Hollywood). Mover una cámara hacia adelante, atrás y a los lados entre bailarines realizando una coreografía con muchos automóviles a su alrededor es una tarea titánica, propia de un proyecto muy ambicioso. Esto demuestra que el director, Damien Chazelle, conocido por haber dirigido el también exitoso “Whiplash” en 2014, no quiere ser un director más del montón, si no pertenecer al club de los grandes realizadores de cine.
“La La Land” se ha convertido en una de las películas más aclamadas en las últimas semanas. Ganadora del Globo de Oro como mejor comedia o musical, así como del Premio de la Crítica Cinematográfica y el Satellite Award por mejor película, se le predice una nominación al Oscar (y lo más probable es que sí la consiga). Cabe destacar que batió un record en los Globos de Oro al convertirse en la película con más estatuillas ganadas, al llevarse las siete categorías a las cuales estaba nominada, destronando a "One Flew Over the Cuckoo's Nest" (1975) y "Midnight Express" (1978), las cuales poseían dicha marca con seis de estos premios cada una.
Por otra parte, los actores principales, Emma Stone y Ryan Gosling muestran
excelente química entre ellos. Cabe destacar (trataré de no crear tanto
spoiler) que ambos interpretan a una pareja en busca de convertir sus sueños en
realidad. (Él quiere ser un músico de jazz y ella una famosa actriz). Es esta
ambición por lograr algo grande, junto con las pruebas y luchas que los
acompañan en el camino hacia su sueño, la creadora del escenario perfecto para
que estos dos soñadores se entiendan el uno al otro y se enamoren.
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Emma Stone y Ryan Gosling interpretan a dos jóvenes que sueñan con convertirse en artistas. Foto: Agencia |
Respecto a sus actuaciones individuales, Stone crea un personaje totalmente
creíble, con una interpretación impecable, mostrada en las distintas fases por
las cuales Mia (la protagonista) atraviesa. Stone asume los momentos de
alegría, intensidad, rabia y tristeza de su personaje perfectamente, dejándonos
ver su versatilidad actoral y, dada su representación de la típica chica con
sueños hollywoodenses, me atrevo a decir que despierta, o reaviva, las esperanzas
en todos aquellos aspirantes a actores en la vida real, quienes luchan contra corriente
para alcanzar sus metas, muchos rindiéndose ante la adversidad.
Por otra parte, Gosling interpreta a Sebastian, un pianista amante del jazz
genuino (y no de combinaciones modernas con el mismo), quien sueña con ser un músico
reconocido de este género. La forma en la cual el actor toca el piano es genial.
Ryan Gosling tomó lecciones de piano por tres meses para poder grabar estas
escenas y ningún doble tocó una sola vez por él.
Entre otros aspectos, la musicalización es genial, las coreografías bien
montadas, los bailarines excepcionales, la dirección impecable y la escena en
el Observatorio Griffith es simplemente mágica. No cabe duda de por qué ha
ganado tantos premios y se le califica como una de las favoritas a los premios
Oscar.
Ahora, retomando el hecho de que trae al siglo XXI el estilo del típico musical
hollywoodense de los años 40 y 50, cabe realizar la siguiente pregunta: ¿Su fama
será pasajera, o transcenderá y se convertirá en una película de culto? ¿Su éxito
desatará una tendencia a crear musicales al estilo del viejo Hollywood? Estas
preguntas solo podremos responderlas en el futuro, pero hasta ahora podemos con
certeza afirmar que “La La Land”, con una recaudación de 138.750.497 dólares a nivel mundial hasta la fecha, y
con todas sus premiaciones, es una de las cintas más exitosas realizadas el año
pasado y, probablemente, será una de las más exitosas que serán presentadas en
las salas de cine este 2017.
Vayan al cine y disfruten de un trabajo excepcionalmente hecho, y dejen que
la música, la espléndida escena grabada junto a una banca en una típica noche
de Los Ángeles, y el baile entre
estrellas en la sala principal del Observatorio Griffith los transporten a una
época conocida como una de las mejores para la música y la actuación.
Harold Enrique
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